Guadalajara, México, 27 nov (PL) El artista mexicano de la plástica Álvaro Cuevas expone hoy en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara una contundente denuncia sobre las huellas de las armas de fuego, con armas auténticas.
Al creador originario de esta ciudad se le ocurrió transformar pistolas y rifles confiscados en obras de arte y los caminantes del recinto de la FIL no pueden ignorar ninguna de las esculturas, que increíblemente transmiten paz, muchos niños le preguntan a sus padres por las figuras y desean tomarse fotos.
La sorpresa ocurre cuando los mayores se acercan y empiezan a detallar los componentes, luego se acrecienta con la lectura de las placas instaladas a los pies de cada escultura: un reno erguido, un hombre sonriente con los brazos abiertos y cestas de flores en las manos, una cruz católica.
Todas las piezas contienen flores, tal vez a modo de ofrenda, pertenecen a la colección Impactos que dejaron huella, y fueron hechas con la misma técnica: armas de fuego, de diversas formas y calibres, reales.
La gente palpa gatillos y empuñaduras, para comprobar la autenticidad, la mayoría no disimula el desconcierto, que generalmente termina en admiración por la metáfora, pues la nueva forma consigue cambiar el discurso.
Una de las composiciones incluye armas usadas en el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, en Guadalajara, en mayo de 1993. Se titula En nombre del padre, e invita a persignarse para proveer de energía a la obra.
La estatua del hombre, de 1,50 metros de altura, se asocia a la juventud, la cual según el artista escribe en la placa, está saturada de armas, «pero el arma más poderosa que tiene es su talento», afirma.
El reno de dos metros de alto se denomina Sensibilidad, pisa hermosas plantas floreadas, plantas hechas con los mismos fragmentos de objetos mortales que de lejos se funden, para el ojo humano.
La placa termina con una pregunta para el lector y una propuesta: ¿Tienes un arma que canjear? Te la cambio por una obra de arte.
Tales creaciones constituyen una muestra de cómo a través de la cultura se puede revertir el fenómeno de la violencia y brindar mensajes de paz y conciliación.
Las armas de fuego que un día mataron personas terminan convirtiéndose, en manos de este artista, en fuentes de espiritualidad y vida, en exclamaciones contra la violencia que un día encarnaron.
Para entrar a la FIL, cada asistente debe pasar un control de armas y permitir la revisión de sus pertenencias, nadie niega la emoción inherente al arte, pero ojalá Cuevas algún día se quede sin medios para esculpir y se vea precisado a elegir otros componentes.